03/09/2015
Viajar a Marte se prepara cerca del Barcelona Synchrotron Park
Viajar a Marte se prepara cerca del Barcelona Synchrotron Park
Últimamente, la prensa nos informó de una experiencia original llevada a cabo en la Estación Espacial Internacional: los astronautas probaron en agosto pasado el primer vegetal cultivado en el espacio (una lechuga) como parte de un experimento de la NASA para ayudar a alargar las misiones tripuladas.
A unos centenares de metros a la horizontal del Barcelona Synchrotron Park (BSP) –y no a 400 km por encima de él-, la planta piloto del proyecto MELiSSA de la Agencia Espacial Europea (ESA) ubicada en la escuela de ingeniería de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), socio estratégico del BSP, trabaja en un experimento con una finalidad parecida pero mucho más ambicioso.
En un viaje de ida y vuelta a Marte, una tripulación de seis miembros necesitaría unas 30 toneladas de comida, oxígeno y agua para los 1.000 días de misión. Una barbaridad que podría reducirse si se pudiera crear un sistema cerrado de reciclaje en bucle del CO2 expirado y de los deshechos producidos por la tripulación para volver a producir oxígeno, agua y comida, etc.: esto es el proyecto MELiSSA.
Un proyecto empezado hace ya 20 años y financiado al 60 % por la ESA (5 millones de euros anuales) para el centenar de investigadores implicados de 30 organizaciones de 15 países de Europa. En este puzle, la planta piloto de la UAB inaugurada en 2009 desempeña un papel central y experimentará dentro de poco una nueva etapa importante: se introducirán en el prototipo de la planta seres vivos para probar partes del ecosistema artificial. De momento, no serán astronautas sino ratas.
A unos centenares de metros a la horizontal del Barcelona Synchrotron Park (BSP) –y no a 400 km por encima de él-, la planta piloto del proyecto MELiSSA de la Agencia Espacial Europea (ESA) ubicada en la escuela de ingeniería de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), socio estratégico del BSP, trabaja en un experimento con una finalidad parecida pero mucho más ambicioso.
En un viaje de ida y vuelta a Marte, una tripulación de seis miembros necesitaría unas 30 toneladas de comida, oxígeno y agua para los 1.000 días de misión. Una barbaridad que podría reducirse si se pudiera crear un sistema cerrado de reciclaje en bucle del CO2 expirado y de los deshechos producidos por la tripulación para volver a producir oxígeno, agua y comida, etc.: esto es el proyecto MELiSSA.
Un proyecto empezado hace ya 20 años y financiado al 60 % por la ESA (5 millones de euros anuales) para el centenar de investigadores implicados de 30 organizaciones de 15 países de Europa. En este puzle, la planta piloto de la UAB inaugurada en 2009 desempeña un papel central y experimentará dentro de poco una nueva etapa importante: se introducirán en el prototipo de la planta seres vivos para probar partes del ecosistema artificial. De momento, no serán astronautas sino ratas.
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